enero 13, 2023

Principios del Verdadero Perdon

Principios del Verdadero Perdon

La parábola del siervo malvado

Mateo 18:21-34

Jesús ilustró el principio del perdón contando la parábola del siervo malvado. Había un siervo que debía a su amo diez mil talentos, una considerable suma de dinero. Cuando llegó la época de pagar la deuda, el siervo le rogó a su amo que le tuviera paciencia porque no tenía el dinero; y que si le daba tiempo, podría devolvérselo. El amo, sintiendo gran compasión por su siervo, le perdonó la deuda. Este mismo siervo, sin embargo, fue y exigió el pago de uno de sus consiervos, quien le debía a él una pequeña cantidad de dinero. Viendo que el hombre no podía pagar, el siervo lo puso en la cárcel. Cuando el amo se enteró de lo sucedido, se enojó con ese malvado siervo y le obligó a pagar toda su deuda. Jesús termina la parábola enseñando a la gente a perdonar y ser perdonados, para no ser entregados a los verdugos. Nos asemejamos al siervo malvado, si no perdonamos a otros después de haber sido perdonados por Dios.

Mateo 18:35. Cuando vemos la enorme misericordia de Dios al perdonarnos todas nuestras transgresiones, nos damos cuenta de que no tenemos derecho a retener esta gracia para con otros. Hemos pecado infinitamente más contra Dios que lo que cualquier persona pueda pecar contra nosotros. Todos pecamos en alguna u otra forma. Por amor a nosotros, el Señor sufrió y murió para proveer la forma en que nuestros pecados fueran perdonados. Isaías 53: 3-5, 7. Cristo sufrió por nuestros pecados de manera física, moral y espiritual. S. Mateo 26: 38. Cada uno de nosotros debe arrepentirse y recibir este perdón del Señor. Dios perdona y olvida nuestros pecados. Isaías 43: 25. Hebreos 10: 14-17.

Podemos andar en la vida llenos de gratitud y de humildad al saber que “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” Romanos 8:1. De este modo nos confirma que, cuando Dios perdona a los pecadores arrepentidos, no vuelve a acordarse de sus ofensas. El profeta Ezequiel esclarece en qué sentido Dios perdona y olvida. Ezequiel 18: 21-22. Después del bautismo, el Salvador perdona nuestros pecados si nos arrepentimos. De ahí en adelante, hemos de seguir al Salvador y obedecerle Hechos 2:38. Él espera de nosotros que perdonemos a los demás. El perdonar y el ser perdonado, son esenciales para nuestra salvación eterna. Dios perdona nuestros pecados, y los de todo el mundo, porque Cristo se ofreció voluntariamente para cubrir nuestra deuda. 1 Juan 2: 2; 1Juan 1:9; Salmos 32:5. El Creador del universo no es capaz de recordar los pecados que nos ha perdonado. Somos totalmente aceptados y declarados justos en Él. Dios no recuerda nuestros pecados por la forma en que nos trata. Nos trata como justos.  2 Corintios 5: 21. De esta manera, Dios nos hace dichosos al «olvidar” nuestros pecados y borrarlos. Salmos 32:1. 

Dios nos ha quitado un peso emocional, sin embargo, hay muchas personas que tienen una gran dificultad en entender, que el perdón está disponible para los que nos ofenden. Cuando lo hacemos, nuestro Padre Celestial se regocija en la misma forma en que se regocijó el padre en la parábola del hijo pródigo. S. Lucas 15: 22-24. 

De acuerdo con la Biblia, debemos perdonar. Efesios 4: 32; Colosenses 3: 13. ¿Por qué perdonamos? ¡Porque nosotros hemos sido perdonados!, Nuestro perdón a los demás debe reflejar el perdón de Dios para con nosotros. Dios no perdona a todos automáticamente sin condiciones previas; si lo hiciera, no existiría el lago de fuego. Apocalipsis 20: 14-15. El perdón, correctamente entendido, implica el arrepentimiento por parte del pecador y amor y gracia por parte de Dios. El amor y la gracia están ahí, pero a menudo falta el verdadero arrepentimiento. El mandato Bíblico de que nos perdonemos unos a otros no significa que ignoremos el pecado. Significa que, con gusto, gracia y amor extendemos el perdón a aquellos que se arrepienten. Debemos perdonar, no sólo siete veces, sino «setenta veces siete». S. Mateo 18: 22. Negarse a perdonar a una persona que lo pide, demuestra resentimiento, amargura y enojo, y ninguno de ellos son los rasgos de un verdadero cristiano. 

Perdonar requiere paciencia. 1 Tesalonicenses 5:14. Deberíamos ser capaces de pasar por alto los desaires personales por las ofensas. S. Mateo 5: 39. Perdonar a aquellos que pecan contra nosotros requiere el poder transformador de Dios en nuestras vidas. En Cristo, tenemos el poder de amar a nuestros enemigos, hacer el bien a los que nos odian, bendecir a los que nos maldicen y orar por los que nos hacen daño. S Lucas 6: 27 – 29. Jesús nos da un corazón dispuesto a perdonar a nuestros ofensores. El perdón que otorguemos no debe tener límites, de la misma manera que el perdón de Dios es ilimitado. S. Lucas 17: 3-4. El máximo ejemplo del perdón viene de la vida del Salvador. S. Lucas 23: 34. Al perdonar a otros logramos la paz con nosotros mismos. Si alguien nos ofende y el enojo dura todo el día, permitimos que este sentimiento haga nido en nosotros, y el Espíritu del Señor, se alejará de nosotros. Efesios 4:26-27. 

 

Pr. Rolando Hurtado