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VALORES



1.- LIDERAZGO COHESIONADO, INTEGRADO Y COMPROMETIDO

LIDERAZGO COHESIONADO

Si usted llena un vaso de agua lentamente, percibirá que el líquido llegará muy cerca de los límites del borde del vaso, sin derramarse. Eso ocurre por causa de la llamada “fuerza de cohesión” entre las moléculas. Si este fenómeno ocurre en el mundo de la física, imagine entonces lo que la cohesión puede producir entre seres que piensan y sienten. Las moléculas son compuestas por átomos y tienen la propiedad de mantener constantes los elementos formando su integridad. Así también, tenemos que ser iguales, constantes y cohesionados, siendo uno solo y teniendo a Cristo como modelo de moral e integridad. Jesús dijo: “el que conmigo no recoge, desparrama” (Mt. 12:30b) y “toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá” (Mt. 12:25). Él quería decirnos que como iglesia, si no hay cohesión, no puede haber unión, ni unidad ni victoria. El diccionario nos dice que cohesión significa: ligación recíproca, armonía, asociación íntima, ligación de ideas, conexión, coherencia, etc.

Jesús predicó la cohesión implícitamente en su evangelio. La vivió intensamente en su relación con el Padre (Jn. 14:10 -11). La comunicó a sus discípulos y a los cristianos de todas la épocas (Jn. 17:11-23).

El apóstol Pablo practicó la cohesión con los discípulos de Tesalónica. En 1ª Tesalonicenses 1:4-8 vemos a un líder comprometido con un propósito: un evangelio que comunicar. Él tiene una relación con personas a quien influir: los discípulos de la iglesia de Tesalónica quienes responden al propósito. La propia vida de Pablo respalda sus motivaciones y palabras (1Ts. 2:8).

La Iglesia de Jesucristo puede vivir en cohesión. Teniendo la misma visión, cumpliendo el mismo propósito (Gá. 3:28; Ef. 4:6; Col. 3:11). Podemos practicar la cohesión al honrarnos unos a otros, amarnos unos a otros (Ro. 12:10-16).

LIDERAZGO ÍNTEGRO

No solo debemos ejercer un liderazgo cohesionado, si no también integro. Existen grupos bien cohesionados, ligados, unidos con el propósito de practicar el mal, la corrupción, el vandalismo, pero ni por eso dejan de ser unidos. Por eso colocamos que nuestra cohesión tiene que ser hecha en un liderazgo íntegro y comprometido con las buenas obras.

Por la definición del Diccionario, integridad es: cualidad de que es entero, idóneo completo, perfecto, exacto, reto, intocable.

La falta de integridad se refleja en pecados como la mentira, la falsedad, el engaño y la hipocresía. Todas estas obras destruyen la cohesión, estimulan los celos y crean la desconfianza.

Hay promesas para los que quieren vivir en integridad:

Dios nos hace idóneos, confía en nosotros, en nuestra integridad, porque Cristo vive en nosotros, y no podemos decepcionarlo (Col. 1:12).

Dios nos hace ministros competentes de un nuevo pacto (2 Co. 3:5-6)

Dios promete guardarnos irreprensibles hasta la venida de Cristo (1 Ts. 5:23)

Dios promete ayudarnos si queremos ser líderes íntegros (2 Co. 7:1 Jn. 1:7)

LIDERAZGO COMPROMETIDO

Cuando Jesús vino al mundo, vino a cumplir compromisos que firmó con el Padre (Lc. 19:10, Jn. 19:30). ¿Qué sería de nosotros si Él no hubiera cumplido sus compromisos? No habría perdón de pecados, resurrección, esperanza, salvación…nada. Jesús continúa hoy cumpliendo sus compromisos y los seguirá haciendo hasta su venida.

Compromiso es la disposición de ánimo para dar nuestro tiempo, talentos, y tesoros para el crecimiento de la obra. Como líderes tenemos que ser íntegros en la cohesión y compromiso con la obra de Dios (Lc. 2:49).

¿Cómo podemos ser líderes cristianos si no tenemos compromiso?... como alguien dijo: “La mayor amenaza del cristianismo son los cristianos que no quieren comprometerse”.

Algunos compromisos que debemos asumir ahora:

Comprometernos con el eterno propósito de Dios: “Ser una familia de muchos hijos semejantes a su Hijo Jesús” (Ro. 8:28-29)

Conocer más a Dios. Buscar Su rostro en oración y estudio de la Palabra. Dar parte de nuestro tiempo, de nuestros talentos y recursos para el crecimiento de la obra.

Comprometernos a ser una familia unida (Col. 3:8-16, Hch. 2:46). En conclusión, seamos líderes que trabajan unidos íntimamente, que ejercen un liderazgo con integridad y un fiel compromiso a Dios y su obra.

2. OBREROS EN CONDICIONES PARA EJERCER PLENAMENTE SU VOCACION MINISTERIAL

Jesús vino al mundo como un obrero capacitado por el Padre para cumplir una misión (Mr. 10:45; Lc. 19:10; Jn. 3:17; Jn. 5:19,22; Jn. 10:30; Jn. 14:10).

Durante su ministerio terrenal Jesús llamó a algunos para que lo siguieran (Mt. 4:18-20 ¿Cómo identificaba a los que eran aptos para seguirlo, y cómo los seguidores identificaban quien los llamaba? ¿Será que los obreros del reino eran llamados al azar? ¿Estarían esos obreros en condiciones? ¿Tendrían vocación ministerial para ese llamado?

La clave está en que los primeros discípulos que siguieron a Jesús eran preparados por Juan el Bautista (Jn. 1:29-42). De ese modo Jesús escogió a hombres de confianza a los cuales delegaría su ministerio.

A su vez, Jesús continúo preparando a sus discípulos a lo largo de su ministerio. Les dio la palabra, oró por ellos, los santificó, y los envió (Jn. 17:14-18). Ellos estaban preparados para que tuvieran éxito en la misión.

Cuando Jesús envió a los doce discípulos, tal como leemos en Mateo capítulo 10, hizo provisión para un liderazgo eficiente. Jesús les dio:

  • Una dirección (v.5),
  • Una prioridad (v.6),
  • Un objetivo (v.7),
  • Les dio autoridad y gracia para alcanzar la meta (v: 8),
  • Suplió sus necesidades (v9, 10),
  • Suplió la estrategia para la acción y el éxito de la misión (vs.11-16)
  • Les instruyó (vs.16-42).
  • Estos obreros fueron enviados preparadísimos para alcanzar la victoria, el éxito total, y ejercieron plenamente su vocación (Lc. 9:6, 10: 17).

    Por lo aprendido anteriormente, no basta nombrar y enviar obreros. Es preciso que tengan un llamado, una vocación de servicio, y la plenitud del Espíritu Santo sobre sus vidas. Luego hay que prepararlos, instruirlos, proveer los recursos, darle objetivos y metas que cumplir, para que tengan la visión exacta de lo que tendrán que ejecutar. También necesitan una “cobertura espiritual” para que se sientan seguros, amparados y confiados.

    Tal dedicación es necesaria si queremos alcanzar el mundo para Cristo. Necesitamos contar con obreros capacitados para cumplir plenamente su vocación ministerial. Si este es un valor de la iglesia debe ser también una vocación.

    “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Ti. 2:15).

    3. IGLESIA COMO EXPRESIÓN DEL CUERPO DE CRISTO, EN ALIANZA CON OTRAS POR LA MISMA MISIÓN

    ¿El cuerpo de Cristo está formado por iglesias? No. El cuerpo de Cristo no está formado por iglesias sino por los miembros que componen la Iglesia, tal como está inscrito en 1 Corintios 12:27, “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular”.

    La iglesia está compuesta por todos los miembros que han recibido la palabra Viviente -Jesucristo-, en sus corazones, y han sido bautizados (1 Co 12:13; 1P 1:23; Tito 3:5).

    La iglesia no pertenece a este mundo, su morada final está constituida en los cielos (Fil 3:20). Aquí en la tierra somos extranjeros y peregrinos.

    Mientras la iglesia espera su partida hacia el cielo, antes de su boda con Cristo, es probada en su fidelidad y santidad (2 Co. 11:2-3; Ap. 3:15-19).

    Como Iglesia Cristiana de la Familia estamos dispuestos a trabajar con todas las iglesias cuyos miembros forman parte del Cuerpo de Cristo y participan del mismo pan (1 Co. 10:17).

    Hechos 2:42 al 46 enseña que si somos un solo cuerpo tenemos que extendernos hacia arriba (comunión con Dios), hacia afuera (alcanzar el mundo), y hacia adentro (comunión con todos los miembros).

    Si somos un cuerpo tenemos que estar en alianza, unidos en amor, con otras iglesias (Ef. 4:3-6, 15-16).

    Trabajar en alianza no significa cambio de planes y objetivos, o que perderemos nuestros distintivos como iglesia, sino que podemos trabajar con otras iglesias concertando amigablemente, quizás con puntos de vista diferentes, pero con la misma misión de ir al mundo y hacer discípulos (Mt. 28:19-20).

    Hemos sido lavados por la sangre de Jesús (Ef. 1:7), así que debemos manifestarnos en unidad para que el mundo crea en Jesús (Jn. 17:21).

    4. RELACIONAMIENTO DE AMOR PERMEANDO CADA ASPECTO DE LA VIDA DE LA IGLESIA

    Existen tres palabras en griego: eros, fileo y ágape que han sido traducidas al español en una sola palabra: Amor.

    Eros: Palabra que identifica el deseo de nuestros sentidos y las inclinaciones sensuales (Esta palabra no aparece en el Nuevo Testamento).

    Fileo: Palabra utilizada para identificar la amistad y el amor a los familiares. Ágape: Es el amor de Dios; el más puro, el más profundo, expresado no nada más por las emociones, sino mediante un acto de la voluntad. Se ama “A pesar de…” (1 Co. 13:4-7).

    El amor ágape es el amor sobrenatural de Dios revelado por medio de la cruz de Cristo (Ro. 5:8; Ef. 2:4-5). Es tan perfecto este amor que Dios nos ama con el mismo amor con el cual amo a Su Hijo Jesucristo (Jn. 17:23).

    El amor ágape no se origina en la tierra, es obra del Espíritu Santo derramado en nuestro corazón (Ro 5:5).

    Dios es amor (1 Jn. 4:8) por esa razón nuestros relacionamientos en la iglesia deben ser regidos por el amor.

    El amor es la única motivación legitima para la práctica de la vida cristiana “Quien ama al prójimo ha cumplido la ley” (Ro. 13:8-10). Si yo amo verdaderamente a mi prójimo no robaré, no deshonraré, no mentiré, no mataré, etc.

    El que tiene amor es paciente para escuchar y perdonar (Col. 3:13-14). Jesús nos amó hasta el fin (Jn. 13:1). La relación de Jesús con nosotros está basada en el “puro afecto de su voluntad” (Ef. 1:5). Nosotros no merecíamos ese amor, merecíamos la condenación por nuestros pecados; pero Dios de pura gracia nos escogió y nos llamó a Su reino.

    Nosotros seremos perfectos si permeamos nuestros relacionamientos como Jesús hizo, con amor, (Mt. 5:44 y 48). “Quien no ama pide, quien ama se da”. El amor debe ser una característica clave del cristiano. Después de todo, es el resumen divino de todo lo que Jesús nos manda hacer (Ro. 13:9).

    5. LA PALABRA PREDICA CON SIMPLICIDAD, HONESTIDAD Y AMOR PALABRA SIMPLE

    La palabra de Dios es al mismo tiempo simple en cuanto a su mensaje principal, pero compleja cuando penetramos en su intimidad.

    Ocurre también que un analfabeto puede oír y entender perfectamente la Palabra en su contenido, y un sabio al oírla puede quedar sin ningún entendimiento. ¿Por qué ocurre esto? Porque la palabra no toca el intelecto solamente, sino toca el alma; no fue escrita para agradar a los letrados con su literatura, sino para agradar a los simples con su propuesta (1 Co. 1:27, Mt. 11:25).

    Simple es la palabra que puede ser entendida por todos, que consigue transmitir con facilidad el mensaje de Jesús, y lleva al oyente a meditar en su situación personal y a desear un cambio espiritual en su vida. Esta palabra cambia sus pensamientos y despierta el deseo de dar media vuelta y seguir la dirección contraria.

    La predicación simple comunica con claridad el plan de salvación sin confundir a nadie (Ro 10:8-11).

    PALABRA HONESTA

    Para hablar sobre la predicación honesta vamos a referiros a 1° Pedro 5:2-3, “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”.

    En base a este pasaje podemos deducir que la Palabra de Dios:

  • No puede ser usada como un arma de ataque, ni provocar pánico entre los oyentes; tampoco de sonar como una terrible amenaza.
  • No puede ser usada por el predicador para beneficio propio o para dominar a las personas o todo el rebaño.
  • No debe engrandecer al predicador, sino a Cristo; no debe enaltecer o revelar los talentos de quien predica, sino las virtudes de Cristo.
  • Debe aniquilar al que predica y exaltar al que fue predicado, sino a Cristo; tal modo que los pobres y simples la oigan y se regocijen.
  • La palabra Honesta vivifica a Cristo y mortifica al predicador; ennoblece al pobre y hace humilde a rico, exalta al abatido y humilla al que se exalta (1p 5:6).

    PALABRA DE AMOR

    Estudiaremos S. Juan 8:3-11 para aprender más a hablar y actuar con amor. El relato nos habla de una mujer adúltera que fue sorprendida en el mismo acto de adulterio por los escribas y fariseos (v.3-4).

    ¿Por qué estos hombres la trajeron delante de Jesús en medio de la multitud, si la ley ordena que la adúltera debe ser apedreada hasta la muerte? (Lv. 20:10), ¿Por qué no cumplieron la ley ya determinada sobre ella?

    La verdad es que querían no solamente ajusticiar a la mujer, si no usarla como ocasión para, tal vez, dependiendo de la respuesta que diese, apedrearlo a Él también (v.6). Esto demuestra que los viven bajo la ley carecen de amor.

    Escribas y fariseos comenzaron exponiendo a la mujer públicamente al vejamen, y con esto, hallando pretexto para tentar a Jesús con la intención de exponerlo también púbicamente. En ninguna de estas actitudes vemos demostración de amor.

    Ellos usaron el dedo para apuntar la ley, para acusar a la mujer y acusar a Jesús. “Pero Jesús dice en el v.6, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo “. El que no tiene amor usa el dedo siempre para acusar, y el que tiene amor usa el dedo para defender.

    Los escribas y fariseos insistían en preguntarle. La respuesta de Jesús fue fulminante; se enderezó y les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (v.7). El que no tiene amor se apresura a condenar y el que tiene amor es paciente para escuchar y perdonar.

    La respuesta de Jesús reveló que Él no amaba el pecado, sino amaba al pecador, y aun amaba a los escribas y fariseos porque les advirtió con esto que también eran pecadores.

    Si el criterio es “no tener pecado“, Jesús era el único que podía apedrear a la mujer adúltera; pero no lo hizo “e inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno…” (v-8-9).

    A la verdad, la ley fue escrita por el dedo de Dios (Ex. 31:18), pero no fue hecha para matar o acusar al hombre, sino para apuntar el pecado del hombre (Ro. 7:7-12, 1Ti. 1:8-10). Dios hizo la ley con amor porque Dios es amor (1 Jn. 4:8).

    Jesús entonces le predicó una palabra de amor a la mujer, preguntándole: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condeno?... Ni yo te condeno; vete, y no peques más (v.10-11).

    Jesús demostró que ama al pecador y tiene para él una palabra de esperanza y no de condenación, pero que no tolera el pecado. Ama al pecador pero no su pecado.

    Así es la palabra de amor. Combate el pecado por amor al pecador generando esperanza, vivificando, restaurando, reconciliando, sacando de las tinieblas y trayendo para la luz.

    La palabra predicada sin amor despierta el temor, vuelve al creyente cautivo y dependiente de los hombres. La palabra predicada con amor despierta el temor reverente a Dios y vuelve al creyente libre para huir del pecado y escoger el bien.

    La palabra predicada con simplicidad vuelve al hombre como un niño; predicada con honestidad revela la verdad; predicada con amor salva al pecador, edifica al salvo y revela el amor de Dios.

    6. OPORTUNIDAD DE PARTICIPACION DE LA FAMILIA COMPLETA SIN BARRERA DE GENERACIONES

    Dios se casó con una nación, Israel, pues quería generar para sí un pueblo especial, santo y sacerdotal (Ex. 19:6).

    Pero sucedió que al esposa fue infiel y los hijos se apartaron del Señor (Jer. 3:8-14; Is. 1:2-4).

    Siglos más tarde, de una célula santa de esa nación nació un Hijo con una misión: Consumar el plan de Dios, generando hijos semejantes a Él para llevar a cabo el propósito divino de crear una familia santa y separada del mundo. De ese modo nació la iglesia (1P. 2:9-10).

    El fundamento de la Iglesia está en la familia.

    Dios es Padre de familia (Ef. 3:15; Ef. 2:19; He. 2:10-11). El modelo de familia terrestre instituida por Dios es una figura imperfecta de la gran familia celestial que habitará un día los cielos.

    Dios escoge establecer la iglesia sobre familias bien estructuradas, que le van a dar solidez, llevando adelante el propósito que está implícito en la Biblia, de que sea formada al final una única y grande Familia para Dios. Pero el diablo, sabiendo de eso, ha establecido su plan a través de los tiempos buscando destruir la familia.

    En la década de los 50, se inició un movimiento que alteró los valores de la familia y las costumbres de la sociedad hasta los días de hoy. Con el advenimiento de la música Rock y de algunas producciones cinematográficas, en especial la película “Rebeldes sin causa”, se originó lo que fue llamado en la época, la guerra de las generaciones.

    Los hijos comenzaron a cuestionar la autoridad de sus padres; los valores judeocristianos que sustentaban a la civilización occidental por 2500 años fueron dejados de lado por la sociedad secular, y en especial, la institución “familia” llegó a ser muy cuestionada.

    El propósito de Dios es la restauración de la familia. Dios le dijo a Abrahám: “…y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:3b). Esta profecía se cumplió en Cristo que reconcilió todas las cosas que están en los cielos y la tierra (Col. 1:20; Gá. 3:13-14).

    La iglesia prevé en su instrucción y enseñanza la preservación de la familia, independiente de los movimientos seculares que vengan a existir, pues estos son temporales, en tanto que la Iglesia es eterna (Ap. 21:1-4). Cabe entonces a la Iglesia estar organizada de tal manera que se provea una amplia participación a toda la familia en sus actividades, sin barrera de generaciones.

    Todos tienen la oportunidad de sentirse alegres y útiles en la obra. Todos podemos ser contagiados con ánimo, voluntad, y confianza para emprender las tareas que tenemos por delante como Iglesia. Todos pueden trabajar en una sola visión y propósito para el Señor: padre, madre, Jóvenes, adolescentes, niños.

    El propósito de Dios es salvar casas y no solo individuos (Lc. 19:9a; Hch. 11:14; Hch. 16:31; Jos. 24:15b).

    Cuando el padre se convierte hay posibilidades de que toda la familia se convierta, cuando el hijo se convierte puede llevar al padre a la conversación, y si el padre y el hijo tuvieran el mismo corazón, el hijo continuará la obra del padre (Sal. 127:3-4; Mal. 4:6).

    Trabajando juntos, el hijo tiene mayor oportunidad de aprender a respetar a su padre; del mismo modo el padre, tiene oportunidad de compartir con su hijo sin irritarlo (Ef. 6:1-4).

    A los padres compete educar a sus hijos, la iglesia apena auxilia en esta tarea, enseñándolos. Ese entrelazamiento solo puede ser posible si toda la familia estuviere trabajando unida en la iglesia, sin barreras de generaciones.

    7. PERSONAS TRANSFORMAS POR EL PODER, DE DIOS VIVIENDO UNA VIDA DE OBEDIENCIA A CRISTO

    La obediencia es la prueba suprema de nuestro amor a Dios. “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Jn. 5:3).

    Es necesario tener un pleno entendimiento de los que es la obediencia, y también es indispensable resaltar que solamente los convertidos obedecen. Ante todo, obediencia no es:

  • Una carga, un yugo que Dios impone (Dt. 30:11-14).
  • Decirle a Dios lo que haremos para Él.
  • Obediencia no es ascetismo, o la renunciación de todo, gozo y posesiones personales y posesiones personales a fin de “aparecer humildes y sencillos”.
  • No es la conformidad externa a una lista de reglas externas de hacer esto y no hacer aquello.
  • Obediencia es, más bien, aquella actitud del corazón que voluntariamente sigue la instrucción del Espíritu de Dios, como está declarado en Su Palabra. La obediencia involucra no solo conocimiento, sino la aplicación práctica de lo que se aprende en la experiencia cristiana (Lc. 6:46).

    Presentamos los siguientes ejemplos escriturales para ilustrar la obediencia y desobediencia.

    Saúl: su desobediencia y los resultados (1a Samuel 15). Saúl, quien era Rey de Israel, había sido mandado por Dios para destruir completamente a Amalec, su compañía y sus posesiones (vs 1-3). Pero Saúl no obedeció completamente si no que perdonó la vida de Agag, rey de los amalecitas, y reservó lo mejor del ganado de ellos para el sacrificio (v:9)

    Luego Saúl reportó: “He cumplido la palabra de Jehová” (v.13).

    El resultado fue que Dios se desagradó y quitó el reinado de Saúl (v, 11,23). Saúl calificó su propia acción como un 100% de obediencia. Samuel la llamó rebelión, terquedad y rechazo de la palabra del Señor (v.20, 23)

    La enseñanza es clara: “He aquí, obedecer es mejor que el sacrificio “(1S 15:22b).

    Llamamiento de Pablo. Su obediencia y sus resultados (Hechos 9). Cuando Jesús se reveló a Saulo, él no preguntó: “Señor, ¿Qué bendición tienes, para mí?”, al contrario se ofreció como siervo: “Señor, ¿Qué quieres que yo haga?” (v.6) ¿Será que es así que los creyentes de hoy inician su ministerio? Saulo obedeció a las instrucciones del Señor, “… Estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió”. (v:9), luego se sujetó a Ananías, fue lleno del Espíritu Santo, se bautizó e inicio su ministerio (vs .15-20). El apóstol cambió de Saulo para Pablo y allí comenzó su transformación: dejó poder, riqueza, prestigio, honra, y fue perseguido por el Nombre de Jesús (Fil. 3:4-8; Hch. 20:24; 2Ti. 4:7-8).

    Él no buscó lo que Jesús tenía para ofrecerle, sino que más podía ofrecer de sí mismo a Jesús. No buscó a Jesús solamente por las cosas de esta vida, más entendió que lo mejor eran las cosas espirituales (1 Co. 2:9).

    Pablo obedeció porque el Espíritu Santo había transformado su vida. Su fidelidad en las pruebas al inicio de su vida cristiana (v. 23-25), puso el fundamento para soportar mayores pruebas y para que aumentara más su fe.

    Ananías: La obediencia de este hombre afectó grandemente la vida de quien sería el más grande misionero del siglo primero, Cuando Ananías fue mandado por Dios para encontrar a Pablo y restaurarle su vista, él inmediatamente respondió desde el punto de vista humano: “Pero Señor…” (v.13). El Señor dijo por segunda ocasión: “Ve…” (v:15)

    Mucha de nuestra manera cristiana de vivir hoy en día, ha resultado de la obediencia sencilla de Ananías. Gracias a esa obediencia, Dios uso a Pablo para que el mensaje cristiano llegue hasta nuestros días.

    Nunca subestime el valor de la completa obediencia, por más insignificante que parezca al hombre. Una vez más, “el obedecer es mejor que los sacrificios”.

    En conclusión, la obediencia no es una carga; Dios nos pide obediencia para nuestro propia bien (Dt. 30:9-14).

    Las dos preguntas más importantes que podemos hacer, en base a Hechos 9:3 al 6, son:

    ¿Quién eres Señor?

    ¿Qué quieres que yo haga?

    8. MUJER COMO INTERSESORA Y AYUDADORA, ACTIVA EN LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA

    En el Edén, antes de que Dios le trajera a Eva, Adán vivía y hacía todas las cosas solo: labraba y guardaba el jardín, ponía nombre a los animales, y Dios se agradaba de su trabajo. Así Adán fructificaba pero no se multiplicaba. Y Dios halló que eso no era bueno (Gn. 2:15-19).

    El Señor trajo a la mujer para auxiliar al hombre, y a pesar del pecado y sus consecuencias, esa unión y cooperación fueron irreversibles, pues de la costilla del hombre nació la mujer y de la mujer nacerían los hombres (1 Co 11:11-12).

    La mujer tiene un lugar muy especial en la narrativa bíblica. Mujeres de la talla de Sara, Raquel, Ana, Rut, María y muchas otras, se destacaron por sus virtudes y por la manera en que fueron usadas para los propósitos de Dios. El propio Señor Jesús, aunque nunca se casó en la carne, utilizó del auxilio de las mujeres para su misión terrenal:

    La virgen María, mujer de grandes cualidades, como: fe, humildad y obediencia, que le dio cobijo en su vientre santo (Lc. 1:37-48).

    Juana, Susana y muchas otras “que le servirían de sus bienes” (Lc. 8:3). La mujer samaritana que lo anunció para conversión de muchos (Jn. 4:39). María Magdalena, a quien perdonó de sus pecados, y que tuvo el privilegio de ser la primera en verlo, en hablarle, y ser comisionada para dar la buena nueva a los discípulos de Su resurrección (Jn. 20:17-18). La Iglesia Necesita del trabajo de la mujer.

    Grandes hombres de fe tuvieron a sus esposas como sólidas columnas, y ellas son un verdadero puntal del cristianismo.

    La Mujer cristiana es aquella que ayuda, auxilia, ampara, aconseja, y coopera con su marido, con forme al orden divino (1 Co. 11:33; Ef. 5:22-23). La verdadera mujer cuyo orgullo es su marido y sus hijos, y cuya ambición es servir cada vez mejor a Cristo. La mujer que con su piedad y sensibilidad da el equilibrio que el varón necesita, y ella a su vez, recibe del varón el lado práctico y objetivo.

    Toda mujer puede ser activa en la iglesia y usar sus dones y talentos para servir al Señor. Además ellas tienen esa cualidad especial, esa marca, que es la feminidad que les favorece, mucho.

    Por ejemplo, la intercesión es una cualidad ministerial de la mujer porque ella, por naturaleza, es más compasiva y se preocupa por los demás (casa, hijos, esposo, iglesia, etc.).

    Adolecentes, jóvenes y viudas también son citadas en los relatos bíblicos como ejemplo, y también tienen un lugar reservado, especial, para que puedan servir a Cristo.

    En el caso de la mujer soltera, tiene más tiempo para servir porque no tiene a quien cuidar. (1Co 7:34).

  • Sirve a la iglesia con mayor libertad que la casada;
  • Tiene más disponibilidad de tiempo;
  • Su objetivo es más nítido en su visión de obrera;
  • Su objetivo es más nítido en su visión de obrera;
  • puede usar a plenitud sus dones y virtudes dadas por el Espíritu Santo.
  • En resumen, queremos destacar el valor precioso de la mujer como persona, como intercesora del hogar y la iglesia, como activa en todos los ministerios (Ef. 4:11), ejercitando todos sus dones, y complementando el trabajo masculino con la sensibilidad y toque femenino dado por Dios. Como mujer, madre o esposa usted tiene un lugar reservado, especial en la Iglesia Cristiana de la Familia.

    9. FORMACION INTEGRAL DEL NIÑO Y DEL ADOLECENTE

    Jesús dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mt 19:14); y también dijo: “Así que cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos” (Mt 18:14).

    Cuando Jesús se refirió a ser como niños, casi ciertamente quería decir que deberíamos olvidarnos de todo los que sabíamos y comenzáramos a aprender todo de nuevo como aquellos niños tenían que hacer.

    Y si usted no estorba a los niños (sus hijos y de los hermanos) de venir a Jesús, ellos serán herederos del reino de la gracia de Dios. Pero ¿Cómo podemos estorbar a los niños de ir a Jesús?

  • Si usted no es ejemplo de vida, los estará estorbando (1 Co. 11:1).
  • Si no los lleva al cultito y los deja mirando TV. Los estará estorbando.
  • Una congregación puede impedir que los niños vayan a Jesús si es que no tiene un programa especial para ellos y para los adolescentes.
  • Si usted no los educa para que crezcan en el camino de la gracia, los estará estorbando (Ef. 4:13-14).
  • Recuerda que la iglesia solo enseña al niño, pero la instrucción le compete a los padres.

    Entonces, es necesario un trabajo conjunto entre padres y la iglesia en la formación integral del niño y adolecente para que su carácter moral sea semejante al de Cristo. Es Necesario instruirlos desde muy pequeños para asegurar que cuando sean mayores no se aparten de los principios de Dios (Pr 22:6).

    El niño que siente la armonía entre padres e iglesias aprenderá naturalmente la obediencia y a quien pertenece la autoridad.

    Si los padres son muy sensibles o se enojan porque sus hijos son reprendidos en la iglesia, la cual colabora en su preparación sin duda estarán quitando a los niños del reino (Mt 18:6).

    Si la Iglesia, a través de sus líderes (padres) no toma cuidado en enseñar, corregir y hasta disciplinar, si es necesario a niños y adolescentes, ciertamente ellos están en vía de perderse. Los líderes serán acusados y su obra reprobada por negligencia y desconocimiento del Padre. 9 Dios vuelca su atención para los niños en el sentido natural y espiritual y manda que sean instruidos, moldeados en su carácter, celosos del bien colaboradores para una sociedad justa.

    Por tanto, la iglesia debe invertir en los niños y adolescentes, Ellos son la “materia prima”, los futuros líderes del mañana, los futuros hombres de Dios que van a dirigir la Iglesia del Señor. Es una inversión a largo plazo que vale la pena. Por tanto, cuidemos de los niños y preocupémonos por sus problemas, cuidando de entregarlos en las manos del perfecto médico y maestro, Jesucristo.

    10. MÚSICA COMO VEHÍCULO DE EVANGELISMO Y ADORACIÓN

    Dios es la fuente de toda creatividad en el universo. Tanto la música como las artes tienen su origen en Dios.

    La Biblia nos dice que la música y el más famoso de los ángeles fueron creados simultáneamente. Lucifer, el querubín ungido, tuvo toda la gloria y la bendición al ser creado por Dios. Era el ministro de alabanza del cielo. Sin embargo, su hermosura corrompió su corazón y fue destituido de su ministerio (Ez. 28:13-17). Cuando la biblia habla de los desentiendes de Caín, un hombre se destaca, Jubal,”… El cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta” (Gn. 4:21). Jubal fue hijo de Lamec quien fue maldecido setenta veces siete por dos homicidios (Gn. 4:23) la maldición la recibió a través de Caín.

    Adán y Eva tuvieron un hijo llamado Set. De la descendencia santa de Set vinieron Enós, Enoc quien camino con Dios, Noé, El Rey David y el Señor Jesucristo.

    ¿Cuál pudo haber sido la influencia de Lamec sobre su hijo Jubal? Sin duda una influencia negativa debido a la simiente de maldición. Es muy difícil pensar que jubal puedo haberse inspirado en Dios para la adoración.

    En cambio David recibió de sus antepasados una influencia benigna. Él nunca se inclinó a la idolatría, y pese a que cometió otros pecados, su inspiración artística y musical provino de Dios gracias a la simiente de bendición recibida de sus antepasados.

    David entendió que el Señor habita en medio de la alabanza (Sal. 22:3), y fue diligente en organizar el ministro de la alabanza para el templo que construyó su hijo Salomón (1 Cr. 16:37-42; 1 Cr. 25).

    David conocía el poder trascendental de la música. Cuando tocaba para el Rey Saúl, el espíritu maligno que se posaba sobre el rey salía al son de la música, dejándolo Libre (1 S 16:23). La música inspirada por Dios puede también en estos días propiciar lo mismo, liberando muchas vidas del poder del maligno, trayéndolos a la libertad de los hijos de Dios.

    La música contagia, agita, seduce, renueva el ánimo, puede degradar o exaltar, puede conducir al hombre a lo más profundo del pecado, a lo que puede llevar a la más profunda adoración.

    El enemigo conoce del poder de la música, y esta ha sido usada como vehículo de degeneración física, moral y social.

    Entonces, si la música funciona para el mal, también funciona para el bien. Por lo tanto, la música debe ser usada como vehículo de evangelización y adoración. La música debe ser usada para hacer evangelismo porque convierte, hasta con facilidad, las almas al señorío de Cristo, dado su poder de mover las emociones del hombre y por otro lado, conducir a los creyentes a un estado espiritual más elevado.

    Nosotros que hemos sido renacidos de la simiente incorruptible, la palabra de Dios, somos llamados a adorar a Dios en todo momento y en todo lugar. En la iglesia se debe desarrollar un fuerte ministerio de alabanza para que estos objetivos sean alcanzados: Ganar a los perdidos y edificar a los creyentes. Que sean revelados los talentos, que sean levantados músicos que toquen variados instrumentos, que haya cantantes entrenados, afinados y sobre todo, que reflejen el rostro de Jesús (Jn. 3:30) 10 La alabanza como actitud de vida del cristiano, puede presentar dos caras. Una nos lleva al culto verdadero. “en espíritu y verdad” (Jn. 4:24), donde Cristo es el centro (Y no el cantante) convierte el alma y deleita al Señor. La otra cara, infelizmente, alimenta a la carne, exhibe a los “astros y estrellas” que de por si ofuscan o apagan e rostro de Jesús en el corazón de las que de por si ofuscan o apagan el rostro de Jesús en el corazón de las personas. La alabanza en las manos del Espíritu Santo busca siempre quebrar al ídolo que no posee condiciones para ser un adorador de Dios y nos lleva a los pies de Aquel que es digno de toda honra, Jesucristo.

    11. OBRA MISIONERA COMO FORMA DE EXPANSION DEL REINO DE DIOS

    Luego de su resurrección y poco antes de ascender a los cielos, el Señor Jesús dio la gran Comisión dio la Gran Comisión (Mt. 28:18-20). Y la Escritura dice: “Y ellos saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor, y confirmando la palabra con las señales que la seguían (Mr. 16:20)

    La obra misionera esta umbilicalmente asociada a la propia historia de la iglesia que, comenzando en Jerusalén, luego se expandió por las proximidades, llegando posteriormente a lugares remotos (Hch. 1:8).

    El Señor Jesús determinó la predicación del evangelio como forma de expansión y crecimiento, y eso es lo que la iglesia debe continuar haciendo. Debemos comenzar por la familia (nuestra Jerusalén), pero si fuera el caso de que rechazaran el mensaje (Lc. 4:24), debemos buscar que otras familias y lugares reciban el mensaje (Gn. 12:1-3).

    El apóstol Pablo dejó, como Abraham, casa, parentela y su tierra, y partió para la obra misionera buscando expandir el Reino de Dios por el mundo conocido de entonces.

    La obra misionera creció tanto en lugares remotos como Macedonia, que incluso desde allí llegó el socorro a los hermanos de Jerusalén que estaban en gran Necesidad (2Co 8:1-5).

    El evangelismo es fundamental para el crecimiento de la obra de Dios. El testimonio de poder arrebata personas del reino de las tiniebla y las trae al reino de la Luz.

    La fuerza de la evangelización reposa en aquel que soporta las aflicciones, muere al yo cada día, y es un instrumento de honra para el Señor. El que así procede es un verdadero evangelista que llevará mucho fruto (JN 15:13; 2 TI 4:5).

    Quien no entrega su vida no pasara de ser un contador de parábolas e historias bíblicas, cuyo mayor enigma es su propia conducta delante de Dios, y que por su propia indefinición generará no hijos para salvación, sino apenas cuestionamientos sobre el evangelio.

    Si usted quiere ser un testigo de Dios, entregue su vida en sacrificio vivo por amor del evangelio vivo en que se transformará su propia predicación. El Trabajo misionero demanda que estemos preparados. Se necesita auxilio financiero, dedicación, renuncia personal, valentía, paciencia y fe.

    Si usted no va, pero tiene carga por los perdidos, abra su corazón y envié a los que tiene disposición y condiciones para ir. Déles cobertura espiritual (en oración) y financiera (contribución mensual). Ellos estarán predicando donde usted no puede ir y estarán trabajando donde usted no puede hacerlo. De cualquier modo, contribuya al cumplimiento de la misión de nuestra iglesia, “Anunciar el mensaje del evangelio como poder para transformación de vidas, procurando formar una familia de discípulos de Jesús.

    12. COMPROMISO DE LOS MIEMBROS CON EL PLENO SUSTENTO FINANCIERO DE LA IGLESIA

    La Biblia describe en Génesis 4:3 al 7 una de las primeras actitudes de ser humano en esta tierra el dar.

    Más adelante en Génesis 14:18-20, tenemos el encuentro de Abraham con un hombre de Dios llamado Melquisedec, a quien le dio los diezmo de todo. Es aquí donde la Palabra diezmo es mencionada por primera vez en la Biblia.

    El diezmo y la ofrenda no es un asunto específicamente del Antiguo o del Nuevo Testamento, No es cuestión de Ley o de época. En realidad, va más allá del tiempo. Es una cuestión de actitud.

    La ley de Moisés, con la ordenanza de los diezmos y ofrendas, vino muchos siglos después de los acontecimientos narrados en Génesis (Dt. 14:22; 26:12). El diezmo es la décima parte de algún valor. Fue establecido por Dios y es una forma de contribución justa, porque todos dan igualmente el 10%. Las ofrendas son dadas sin ningún porcentaje, cada una da cuanto quiera. El principio es dar “según hayas prosperado”, “según el Señor te haya bendecido (1Co. 16:2; 2 Co 8:3).

    Si ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia, nuestra justicia debe exceder a la de los escribas y fariseos (Mt. 5:20; Lc. 18:12).

    Quien no da roba a Dios (Mal. 3:8-10). Por otro lado, hay grandes promesas de bendición para los que dan con generosidad (Pr. 3:9-10; Lc. 6:38; Sal. 37:25). Jesús confirmo el diezmo para la época de la gracia (Mt 23:23). Al Joven rico pidió todo (Mt. 18:22), pero El mismo dio todo (2 Co. 8:9).

    Jesús no abolió la ley, antes la cumplió (Mt. 5:17-18), y también el sacerdote según el orden de Melquisedec a quien Abraham dio el diezmo (He. 7:8,21). El diezmo es un tema espiritual. Con el diezmo son enviados misioneros, son realizadas las campañas de evangelización, son suplidas las necesidades administrativas de la iglesia, se paga los sueldos de pastores y obreros que predican la Palabra, son atendidas las obras sociales.

    Jesús promete que si le seguimos seremos pescadores de hombres (Mt. 4:19). Jesús sabe dónde están los peces, y si es necesario, hará aparecer la moneda en sus bocas (Mt. 17:24-27).

    Así es el sustento de la obra. Un día nosotros éramos peces y fuimos pescados, y de nuestra boca aparece el dinero que pagará los impuestos y tributos de los negocios de Jesús en la tierra.